jueves, 12 de noviembre de 2009

Un cachito de historia. (Episodio I)

Observo la arena caer y dejo mi mirada atravesar el fino hilo del tiempo que fluye, para perderse, una vez más, en el inmenso océano de los recuerdos que no me han abandonado, que me han acompañado a todas partes y en todo momento y que, de ser posible, será mi único equipaje cuando me toque despedirme de la vida.

Este post decidí dedicárselo a mis antepasados, a los que precedieron a mis padres y a mis descendientes, en el camino de la vida. Yo sólo soy el humilde narrador de esta breve historia que comenzará con la rama paterna de mi familia.

Podría remontarme a unas cinco o seis generaciones hacia atrás en la línea del tiempo, pero no pienso exagerar. Sólo voy a referirme a tres en el orden ascendente.

Mi bisabuelo, Bernardino Caballero Álvarez (http://es.wikipedia.org/wiki/Bernardino_Caballero), hombre de escasa formación académica, formado en el rigor y la disciplina de la vida militar y en la rectitud de principios y de conducta de la época, fue un prócer de la historia del Paraguay.

No es que me sienta particularmente orgulloso de esto (me sentiría igual si hubiera sido un honrado herrero forjador de arados o un campesino labrador de la tierra) pero, vamos, ¿quién no sentiría unas agradables cosquillitas en el ego cuando nombran a un antepasado homenajeándolo?

Pues bien. El General Caballero tuvo activa, mejor diría que crucial,  participación en la Guerra de la Triple Alianza. http://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_de_la_Triple_Alianza que comenzó en 1865 y finalizó en 1870.
Terminada la guerra y siguiendo las órdenes directas del entonces Presidente, el Mariscal Francisco Solano López, cuando su muerte era inminente, mi bisabuelo asumió la tremenda responsabilidad de reconstruir el Paraguay.


No sólo logró rescatar al País de las ruinas de la guerra sino que, tras conseguir la recuperación del Paraguay, llegó a Ministro de cinco carteras diferentes, llegó a Vice-Presidente y fue dos veces Presidente de la República.

A dos de de mis abuelos no llegué a conocerlos: mi abuelo Isaac Franchi (materno) y mi abuela Amalia Enriquez (paterna). Ambos fallecieron cuando mis padres eran, aún, niños pequeños. Del primero no tengo imagen alguna, aunque sé que falleció en la provincia de Corrientes, en Santo Tomé, ahí nomás al borde de la frontera con Brasil, a comienzos del siglo pasado.


De mi abuela Amalia tengo un par de fotografías, como daguerrotipos, que muestran a una hermosa mujer de impecable rodete y porte señorial, de pie detrás y a la derecha de un señor con estampa de patriarca, de cabellos ralos y grandes bigotes de puntas arqueadas hacia arriba, como debían llevar los “señores bien nacidos” de la época. Mi abuelo Ramón estaba sentado mientras mi abuela permanecía de pie, como mandaba la costumbre de aquélla sociedad híper-machista.

En realidad, el hombre tenía el poder, pero sólo de las puertas de la casa hacia afuera. En la casa mandaba con absoluto, omnímodo, indiscutible poder, la mujer, la señora, la dueña de casa, la madre. Vamos, la Jefa. En definitiva, aquélla sociedad era un patriarcado de cotillón: la que de verdad, pero de verdad influía y mandaba era la mujer-madre-esposa.

Según mi papá, que se me fue hace casi tres años, él fue el mas joven de los hijos. Mi abuela, según le dijeron sus hermanos (mi viejo no alcanzó a grabar en su memoria recuerdos de ella) era una mujer bellísima, maravillosa, que parió y comenzó la crianza de un batallón de hijos, como debía ser en esos tiempos en toda familia bien constituida hasta que, un día, les/nos abandonó.

Mi abuelo Ramón fue uno de los tantos hijos reconocidos por el General Bernardino Caballero. Su venida a este mundo, en medio de una miríada de descendientes del general, fue el lógico producto de la escasez de población que quedó como consecuencia de la guerra, que dejó al Paraguay con apenas un quince por ciento de su población original, la que quedó compuesta, mayoritariamente, por mujeres, ancianos, niños pequeños, mutilados y lisiados de guerra, unos pocos varones adultos y algunos jóvenes que escaparon con vida, milagrosamente ilesos, de la sangrienta contienda.


Como invariablemente sucede, la vida se abre camino a pesar de las adversidades y los pocos varones que quedaban en condiciones de procrear dieron origen a la población actual del país. De allí la abundancia hasta, si se quiere, exagerada de algunos pocos apellidos, como el mío.

El abuelo Ramón, un referente importante de la política de comienzos del siglo pasado, no estaba, como todo hombre de la época, dispuesto ni en condiciones de asumir la crianza de una horda de hijos (la mayoría varones) de modo que, rodeado de dos de sus hijas, se fue a vivir por su lado, encargando a primas y cuñadas la crianza de los niños pequeños, cosa que ellas hicieron con tanto celo y eficacia que lograron soltar al mundo personas de bien, honestas, trabajadoras, cultas e inteligentes, sanas de cuerpo y de alma. Entre ellas estuvo mi papá.

Mis recuerdos del abuelo me remiten a la imagen de un hombre siempre bien afeitado, pulcro, de buen carácter, bastante entrado ya en la séptima década de vida, obsesionado por la puntualidad. Tenía, en esos últimos años de su existencia, la costumbre de preguntar la hora a cada visitante para ir, presuroso, a corregir su reloj despertador y regresar haciendo lo mismo con su reloj de bolsillo.

Es mi historia, la de mis hijos, la de mis nietos. Si te gustó, podés volver cuando quieras. Si no te gustó, es lo mejor que puedo hacer. Lo que acabo de dejar escrito en el hiperespacio es sólo una serie de fragmentos de vidas pasadas, probablemente mal escrito pero, ciertamente, bien intencionado.
Hasta la próxima.

8 comentarios:

  1. Querido Vittorio:
    me conmueve esta forma tan particular y sana de recordar con cariño tu pasado evidentemente te han querido bien y eso merece todo.
    Un abrazo!!!

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  2. Hola Vittorio!!!
    dde tas!!!!
    un beso!!!!!!!!!

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  3. Hola Mariana. Gracias por pasar por el rancho. Estoy acá nomás, donde siempre, viendo llover mansamente y peleándola para ganarme el garbanzo. Sos mi única seguidora y comentarista fiel (hasta ahora), pero no me malinterpretes. Es un privilegio, no una queja. Gracias por el abrazo del 13 y el beso del 14. Te los retribuyo con creces. ¿Como está Mardel?

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  4. HOY DOMINGO hermoso y con calor...hace un rato termine de ver "el secreto de sus ojos" te la recomiendo "excelente" ahora me toca limpiar ...que va a ser!!!
    un beso!!!

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  5. eyyyyyy!Vittorio!!!dde te fuiste!!!

    ja-ja!!

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  6. Mariana: Gracias por pasar por esta modesta carpa. Estoy tan retirado del ambiente por motivos que no vienen al caso, pero que se están superando, que ni siquiera paso por el blog de Shu. En breve estaré de nuevo blogueando y en sintonía con el universo. Contáme cómo está Mar del Plata, ciudad que adoro y a la que hace un montón que no voy.
    Besos.

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  7. MAR DEL PLATA ESTA HERMOSA COMO SIEMPRE!!! Y SI a eso se le suma un día de intenso sol brillante + todavía !!!!BUENO UN CARIÑO Y UNA FELÍZ Navidad!!!

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